viernes, 12 de enero de 2007

Donde vas, Corazón?


Acabo de leer que España ostenta el liderazgo mundial de donaciones de órganos a pesar que, afortunadamente, los mismos han descendido debido a la reducción de accidentes de tráfico.
En un país donde la sanidad pública siempre está en el punto de mira, es justo decir que esto no es solo debido a la generosidad de donantes y familiares sino también a un buen equipamiento médico ( profesionales y medios ) y a nuestra legislación. El hecho que el fallecimiento de una persona fuera considerada a partir de la muerte cerebral permite el trasplante de órganos tan valiosos como es el caso del corazón.
Un dato:
El mayor índice de donantes proviene del País Vasco seguido de Cantabria, Asturias, Baleares, y Navarra. En el resto de comunidades se esta superando el número año tras año.
Y sobre todo el lado humano…Esa gente que donan sus órganos, los profesionales que informan a la familia en un momento tan delicado y a esos hijos, padres, hermanos… que en un momento de infinito dolor son capaces de prolongar la vida de otra persona.
Y en esto, repito, España esta en la cabeza.

jueves, 11 de enero de 2007

Me ha venido a la memoria...


Uno de esos recuerdos que no se sabe bien porqué a pesar del tiempo quedan grabados con tal exactitud que se pueden sentir como recientes.
Tenía yo alrededor de seis años y mi hermano cuatro.
Mis padres, siempre preocupados por los mismos motivos que el resto, me habían advertido que no hablara con extraños, que no aceptara regalos de desconocidos y sobre todo que bajo ningún concepto abriera jamás la puerta, contando de tal manera que una niña lo pudiera entender, que no era nada bueno lo que podía pasar. Y así, un día decidieron hacer la prueba.
Se vistieron, me explicaron que salian un momento y se fueron (sí, mis padres son así).
Al rato sonó el timbre y por unos instantes me quedé quieta.
El timbre volvió a sonar.
Entonces me levante, fuí a la habitación donde jugaba mi hermano y que miraba asustado, lo agarré de la mano y lo escondí conmigo debajo de la cama.
Recuerdo que lo miraba y me ponía los dedos en los labios para que se callara y que allí permanecí quieta hasta que escuche las familiares llaves de mis padres. Entonces salí y mi hermano volvió a su habitación como si de un juego se hubiera tratado.
Desde entonces hay algo que no ha cambiado...Mi hermano y yo vivimos en habitaciones demasiado separadas pero aun así, cuando veo en su mirada algo que le preocupa me dan ganas de agarrarlo y meterlo debajo de la cama hasta que todo haya pasado.
Y cuando no veo eso en su mirada, a veces, me da un coraje de haberlo sacado...

martes, 9 de enero de 2007

Cenar con amigos....



No deja de ser una odisea (a veces la variedad no es buena) porque unos gustan la comida oriental, otros la tradicional, otros prefieren ir a un buen asador...
Eso por no mencionar si los hábitos y horarios son diferentes.
Esto claro no pasaba antes cuando se iba a Restaurante Manoli porque no había otro sitio ( y dígale encima al de al lado que no puede fumar).
A pesar de todo, lo que si permanece es la satisfacción cuando uno se sienta con gente que te escucha y deja que la escuches.
Se comparte, se bromea y es un valioso intercambio mutuo del que me gusta disfrutar cada vez mas, lo que demuestra que no es el lugar ni la comida lo que da calidad al evento.

lunes, 8 de enero de 2007

A falta de ideas....

El socorrido recurso de copiar lo que otro dijo.
Así que aprovecho y pongo un texto que me encanta.
Victor Hugo es el autor y "Te deseo que ames" su titulo.

Te deseo primero que ames y que,
Amando, también seas amado.

Y que, de no ser así, seas breve en olvidar
Y que después de olvidar no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así, pero que si es,
Sepas ser sin desesperar.

Te deseo también que tengas amigos y que,
Incluso malos e inconsecuentes, sean valientes y fieles,
Y que por lo menos haya uno en quien puedas confiar sin dudar.

Y porque la vida es así, te deseo también que tengas
Enemigos. Ni muchos ni pocos, en la medida exacta para que,
Algunas veces, te cuestiones tus propias certezas.

Y que entre ellos, haya por lo menos uno que sea justo,
Para que no te sientas demasiado seguro.

Te deseo además que seas útil, mas no insustituible.
Y que en los momentos malos, cuando no quede nada más,
Esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie.

Igualmente te deseo que seas tolerante;
No con los que se equivocan poco, porque eso es fácil,
Sino con los que se equivocan mucho e irremediablemente,
Y que haciendo buen uso de esa tolerancia,
Sirvas de ejemplo a otros.

Te deseo que siendo joven no madures demasiado deprisa,
Y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
Y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer y su dolor
Y es necesario dejar que fluyan entre nosotros.

Te deseo de paso que seas triste,
No todo el año sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras que la risa diaria es buena,
Que la risa habitual es sosa y la risa constante es malsana.

Te deseo que descubras, con urgencia máxima,
Por encima y a pesar de todo, que existen
Y que te rodean seres oprimidos
Tratados con injusticia, y personas infelices.

Te deseo que acaricies un gato, alimentes a un pájaro
Y oigas a un jilguero erguir triunfante su canto matinal,
Porque de esta manera te sentirás bien por nada.

Deseo también que plantes una semilla,
Por más minúscula que sea, y la acompañes en su crecimiento,
Para que descubras de cuántas vidas está hecha un árbol.

Te deseo, además, que tengas dinero,
Porque es necesario ser práctico.
Y que por lo menos una vez por año pongas algo
De ese dinero enfrente de ti y digas: 'Esto es mío',
Sólo para que quede claro quién es el dueño de quién.

Te deseo también que ninguno de tus afectos muera
Pero que, si muere alguno, puedas llorar sin lamentarte
Y sufrir sin sentirte culpable.

Te deseo por fin que, siendo hombre, tengas una buena mujer,
Y que, siendo mujer, tengas un buen hombre
Mañana y al día siguiente, y que cuando estéis exhaustos
Y sonrientes, aún sobre amor para empezar de nuevo.

Si todas estas cosas llegaran a pasar,
No tengo nada más que desearte.